Un apoyo clave para los menores y adolescentes a la hora de reanudar su vida cotidiana
Los menores y adolescentes con cáncer que regresan a casa después de su estancia en el hospital a menudo no pueden reanudar inmediatamente sus actividades cotidianas y, por este motivo, deben contar con el apoyo del voluntario a domicilio que les ayude. También se puede acompañar al hermano o hermana del niño enfermo o cuando los padres necesiten un tiempo de respiro.
El voluntario Manel Cervera jugando con Kevin, de 4 años.
“El voluntariado a domicilio es muy gratificante, es un momento en el que cargo pilas y me ayuda a relativizar los problemas diarios”, asegura Cervera. “Cuando se empieza el voluntariado a domicilio, la familia se encuentra en una situación muy estresante y, el hecho, que haya alguien que pueda ayudar a su hijo con los deberes escolares o jugar con él les da cierta tranquilidad”, explica el voluntario. “Además, encontrarse a alguien que no sea del entorno familiar con quien el niño está acostumbrado a relacionarse habitualmente la ayuda emocional y socialmente, es aire fresco”, añade. Al preguntarle sobre la parte más complicada de este voluntariado, Cervera afirma que son los días en los que no puede ir porque el niño está enfermo o ingresa de nuevo en el hospital. “Realmente, tienes el corazón en un puño”, expresa.
Manel Cervera es voluntario de AFANOC desde hace 10 años gracias a una charla que se promovió desde la empresa donde trabaja. Durante este tiempo ha acompañado a diferentes niños y una adolescente y, desde el año pasado, cada miércoles por la tarde va a Deltebre (Baix Ebre) para acompañar a Kevin, de 4 años
Los padres de Elena, Piedad y Jose Antonio.
Elena es una niña diagnosticada hace dos años de una aplasia medular muy grave. Cuando salió de la Casa de los Xuklis, desde la sede de AFANOC en Tarragona se le ofreció la posibilidad de hacer refuerzo escolar para que Elena pudiera reanudar poco a poco la normalidad. Y así fue. Lluïsa, voluntaria de AFANOC, ayuda a Elena, cada martes por la tarde, a seguir el ritmo escolar. “Estamos muy contentos de tener esa oportunidad. Lluïsa es magnífica y es un gran apoyo para Elena, sobre todo en cuanto a las matemáticas”, afirma Piedad. “El hecho de que Luisa pueda venir a casa, que es un entorno más seguro para Elena, es de agradecer”.
“Después del proceso de aislamiento que ha tenido que vivir Elena por la enfermedad no puede volver, de repente, a la normalidad. No puede acudir a una academia, por ejemplo”, explica la madre. “También lo agradecemos económicamente ya que es una carga que no debemos asumir”, añade. Gracias al voluntariado a domicilio y a la vuelta al instituto, Elena, que ahora cumplirá 15 años, ha mejorado su rendimiento académico y ha aumentado también su grado de sociabilidad.