Las familias consideran que es clave dejarse ayudar por un profesional
Cuando un niño o adolescente es diagnosticado de cáncer, la vida familiar queda alterada y comienzan una serie de cambios que afectan a la dinámica cotidiana como las pruebas, tratamientos u hospitalizaciones. Se trata de un momento en el que aparecen dudas, miedos, angustias y emociones que hay que saber expresar y canalizar. Por eso, AFANOC ofrece atención emocional y apoyo psicológico a cualquier miembro del núcleo familiar ya sea en el hospital, en la Casa de los Xuklis o bien en las sedes, una vez las familias regresan a casa.
Gerard Albesa vive en Móra d’Ebre (Ribera d’Ebre) y es padre de Guerau, de 2 años, diagnosticado de cáncer. “Estoy muy contento de recibir esta atención, creo que es muy necesario poder explicar lo que estás viviendo a alguien que no sea del entorno más cercano. Es una parte muy importante de todo el proceso”, explica. “Empecé a recibir este apoyo a mediados de marzo de forma telemática y ahora las sesiones ya son más espaciadas en el tiempo”, apunta Albesa.
Familia de Guerau Albesa
“Asistir a estas sesiones te ayuda a poner las cosas en su sitio y darte cuenta de que no eres la única que vive esta situación”, explica Eulàlia Cañís, madre de Genís, de 12 años, diagnosticado de cáncer hace poco más de un año. “El primero en recibir atención psicológica fue mi hijo pero después me di cuenta que yo también la necesitaba. Y, realmente, era así”, expresa Cañís. «Cuando te encuentras en este proceso, los padres lo damos todo por nuestros hijos y nos olvidamos de nosotros mismos mientras que vamos acumulando estrés, cansancio, sufrimiento…», describe. «Los padres también necesitamos tiempo para nosotros y AFANOC me lo ha facilitado», añade.
Familia de Genís Ràfols
“AFANOC nos ha salvado”, con estas palabras describe Ángel Arenas, de Sant Pere y Sant Pau (Tarragona), la ayuda que reciben desde que diagnosticaran de cáncer a su hijo Gerard. “Nuestro hijo ha vivido un proceso difícil y doloroso cuando con seis años le diagnosticaron un sarcoma en la pierna. Él necesitaba expresar lo que sentía y no encontraba a la persona adecuada hasta que, años más tarde, pensamos en AFANOC”, explica Ángel. Gerard empezó a recibir ayuda psicoemocional el pasado mes de abril en la sede de Tarragona fruto de su bajo rendimiento escolar. Ahora, unos meses más tarde, empieza a verse el resultado. «Mi hijo ha evolucionado emocional y socialmente hasta el punto de aprobar todas las asignaturas», manifiesta. Y añade, satisfecho: “¡Incluso, se ha querido cortar el pelo que le ayudaba a esconderse!”
Sesión de Gerard Arenas